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sábado, 8 de agosto de 2009

11.- EL ORIGEN DEL SOL Y DE LA LUNA

Hace miles de años, en una isla frondosa, con agua cristalina y sollozante, se encontraba Víctor con toda su familia.

Su esposa, una mujer guapa, con una larga cabellera rubia, ojos claros y labios carnosos, sensuales. A su derecha su hijo mayor, un muchacho de unos 5 años y a la izquierda una pequeña mujercita, 4 años que prometían un futuro encantador, rubia como su madre.

Todos miraban atentos al cabeza de familia, que les había prometido contarles cómo fue la Creación del sol y de la luna. Comenzó su relato:

"En un tiempo existía un enorme dragón que echaba fuego por la boca. Este ser vio que el Mundo era muy frío, mientras que dentro de sí poseía fuego en exceso. Pensando en hacer algo bueno para el mundo exhaló un fuerte suspiro y de su boca salió una enorme bola de fuego que fue avanzando por el Universo hasta depositarse en su centro, conservando todo el calor y luminosidad que estais viendo".

El pequeño, con la boca abierta, pregunto ¿Y la Luna?. Ten paciencia, le respondió el padre y continuó:

"Viendo el dragón que aquello era bueno, pensó en darle al astro Sol una compañera. Suspiró brevemente y con un pequeño soplo de aire colocó a la Luna para que siempre le acompañara, aunque parezca que huye de él".




viernes, 7 de agosto de 2009

10.- RELOJES PARADOS

El día en que todos los relojes se pararon fue una gran desesperación para don Antonio. No había ninguna razón lógica para que eso ocurriera. Quizá para cualquier persona se trataba de un hecho raro y nada más.

Si pensamos que don Antonio era un maestro relojero, con un curso de especialización en Suiza (hoy se llama master). Con un cerebro matemáticamente perfecto, que hasta durmiendo era una secuencia alternativa de TIC-TAC-TIC-TAC y que con ello ponía en forma su mecanismo interno para iniciar el nuevo día.

Comprenderemos pues que tamaña anomalía ofrecía tintes de suceso paranormal y le ponía los pelos de punta.

Por más que pensaba, siempre llegaba a la conclusión de que aquello era totalmente imposible. Incluso dándoles cuerda a la vez a todos los relojes sería un milagro que se pararan al unísono.

La causa tuvo que ser algo especial, sólo de pensar en ese "algo especial" le sumió en una profunda reflexión. ¿Y si era un poder sobrenatural que quería avisarles de algo. Pensó que si se habían parado todos los relojes de su taller sería un aviso sólo para él.

Pero ¿ y si la parada fue en todos los relojes de la Tierra?...

jueves, 6 de agosto de 2009

9.- NUNCA LO DIGISTE

José María, me has dejado muy sola. Te has ido silenciosamente como siempre fuiste callado, introvertido. Te ha costado mucho exteriorizar tus emociones, tus sentimientos. Incluso en los momentos más intimos todo eran susurros entrecortados. Echaba de menos alguna parrafada.

Conmigo te portaste siempre muy correcto, pero echaba de menos alguna locura, quizá una salida de tono. Algo que indicara pasión, que demostrara que la sangre te hervía en as venas.

Sé que me has querido, casi tanto como yo a ti, mas nunca me has hecho una declaración de amor,
!Amor mío!.

martes, 4 de agosto de 2009

8.- IMPACTOS


La vi. Era hermosa. Me enamoré de ella. Ante mi se habría un futuro de felicidad, pero me casé con ella.
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Mi equipo marcó un gol tempranero. Gozábamos. Con el tiempo cumplido los contrarios empataron. El áritro pitó el final del encuentro.

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Estaba ensimismado leyendo el periódico. A veces sonreía, otras dibujaba en su cara un rictus de tristeza. !Dios! !Cómo disfrutaría si supese leer!.


lunes, 3 de agosto de 2009

7.- PESADILLA

Se le hizo un nudo en la garganta. La angustia se apoderó de su cuerpo, sin dejarla apenas respirar,


Notó su cuerpo empapado en sudor. Iba dando trompicones por aquella ciudad fría y oscura, en la que apenas se vislumbraban unos puntitos de luz mortecina.


La angustia no le permitía pensar. Notaba los músculos de su mano derecha doloridos, como si hubiera hecho un gran esfuerzo físico.

Cayó en una sima profunda mientras que la angustia le subía desde la punta de los pies hasta la garganta. Tanta desesperación le hizo despertar. Se miró la mano y observó, aterrada, que asía un gran puñal ensangrentado.

domingo, 2 de agosto de 2009

6.- LIDER

Antonio era el líder de nuestro grupo. Rubio, mas corpulento que cualquiera de nosotros. Disponía, mandaba, nos dirigía con un poderío innato que no se podía discutir.

"Ahora vamos a la playa. Luego nos desplazaremos al Cerro del Toro y, preparaos para mañana que os voy a enseñar Torrenueva, pero por una ruta que no habeis hecho nunca. Desde Pueblonuevo llegaremos al Faro Sacratif y, desde allí, bajaremos por la Joya hasta la playa y rumbo a Motril".

Tenía una hermana preciosa, de la que todos los de la pandilla estábamos enamorados. Quizá fuera ésta la verdadera razón por la que nos dominaba.

De todas formas él se aprovechaba de tal dominio para marcar su territorio, como hace el zorro cagándose en todo lo alto de la piedra más vistosa.




sábado, 1 de agosto de 2009

5.- OTRA VISION DE CAPERUCITA

Al hablar de Caperucita evoco recuerdos del pasado. Yo era joven y en esa época no se podía decir ROJA, sino ENCARNADA (el término era de "La Codorniz" la revista más audaz para el lector más inteligente).

Lo que me fastidia horrores de este cuento es todo lo que hacen sufrir al pobre lobo. Primero una niña tonta lo incita diciéndole que lleva un pastel y un cacharro de miel. Al lobo se le hace la boca agua, tiene hambre atrasada y la "joia" niña se ceba con el pobre animalito. Luego la abuelita, con ese papel soso y anodino. Nos ponen al lobo como un depredador feroz que se come a la pobre viejecita. !Pero si me lo pintais con un hambre de meses! ¿que quereis que haga el pobre animalito?

A ver. ¿No hubiera sido mucho más lógico y más bucólico que se hubieran sentado la Cape y el Lobo, en el bosque?. Pues claro que sí. Habrían hablado de sus cosas. La niña le hubiera invitado a un trozo de tortilla y, entre bocado y bocado, hubieran hablado de amor, de política, de enfermedades, de la gripe A, o de algunas de las miles de cosas que puedan ser motivo de conversación entre una caperucita (Roja o Encarnada) y un desmayado lobo. Al final se comerían el pastel y se iría cada uno por un lado, cantando "amigos para siempre..."

viernes, 31 de julio de 2009

4.- EL OLVIDO

Querido amigo, has visto a esa mujer y te has dado cuenta que no es ella. ¿Por qué has evocado todos los recuerdos, todos los buenos momentos con ella vividos?.

Aquellos paseos, cogidos de la mano, cuando la tarde se daba por vencida, el sol se ocultaba como si pretendiese no estorbar viestro idilio. Os apretábais sintiéndoos más unidos.

"La recuerdo con toda su belleza. Vuelvo a sentir como entonces los latidos de mi corazón, fuertes latigazos que me golpeaban el pecho. Me hacen daño y, a la vez, me colman de felicidad.

Reflexiono. No encuentro la razón de qu cuando tanto la quise, la dejara perderse en el olvido"

jueves, 30 de julio de 2009

3.- EL MONSTRUO

Transmitía su hermosura a través de sus ojos azules, limpios, profundos.Quizá no me esté permitido tildarla de hermposa.

Su madre, cuando la llevaba aun en su vientre, había sufrido en sus entrañas el devastador efecto del escape nuclear.

El feto, ajeno a este desastre, daba pequeñas pataditas sobre el vientre materno, como todos hemos hecho en esa etapa de nuestra vida.

Al producirse el parto se dieron cuenta de que las consecuencias de la hecatombe fueron mucho más trágicas de lo que pensaron en un principio.

La preciosa niña tenía cuerpo de perro.

2.- EL RECUERDO

Nuestra guerra (me fastidia decir "nuestra". Pienso que decimos esta palabra para referirnos a algo que queremos y por eso lo consideramos nuestro, como dice Alberto Cortez en su canción). La guerra había terminado. Quiso el azar, o la mala leche, que sin solución d continuidad comenzara la II Mundial.

En nuestra ciudad se habían instalado unos soldados a disposición del Mando, por si había que intervenir en esta contienda. Los niños que vivíamos cerca nos agrupábamos para observar las maniobras de la tropa.

Un soldado llevaba un carro de suministros, tirado por un mulo y como el camino era muy irregular, con hoyos y socavones, el carro perdió pie (rueda mejor dicho) y se precipitó hacia el fondo del barranco. El mulo patas arriba y el carro enseñando las intimidades de sus ruedas.

Tuve una extraña sensación. Aquel soldado, para mi, siempre será un atleta.

miércoles, 29 de julio de 2009

CONSIGNA

1.- A MODO DE INTRODUCCIÓN

Comenzamos hoy una nueva serie (Etiqueta) que recogerá, en brevísimos relatos, situaciones más o menos puntuales, más o menos graciosas, más o menos divertidas.

Empezaremos con los ejercicios hechos en clase, donde las características comunes son: la brevedad, la inventiva, el "aquí la pillo aquí la mato" (con perdón)

En el Taller de Escritura se nos proponía un tema. Cada uno lo desarrollaba a medida de su capricho. Salían trabajos esperpénticos, sin ton ni son; otros eran muy buenos, reflejaban el alma de cada un@ de los alumnos. Merecía la pena. Lo bonito sería que hubiéramos hecho una recopilación con todos los trabajos, pero ello estaría fuera de mis potestades. De tal manera que yo escribiré sólo los míos. Los que he hecho durante el curso. Si alguien se anima, pues...

Como ejemplo voy a transcribir uno pequeñito. Había que hablar de un viaje inesperado y una parada de autobús:

"Por mucho que lo intento no puedo imaginar su paradero. Se fue sin decir nada y ha ocurrido como con mi vecino que dijo voy a comprar tabaco, tomó el autobús y, hasta este momento, no ha dado señales de vida. Han transcurrido 50 años, 3 meses y 16 días".

martes, 5 de mayo de 2009

3.- A la hora en punto.


Estábamos inmersos en los gloriosos años 50, año arriba, año abajo. En Cañizares, nos dice Frasquito, teníamos una manera especial de comportarnos y el que salía gracioso, lo era una “jartá”. En esta escala (en lo más alto de la misma) se encontraba Carlos, el protagonista de nuestra historia.

Su figura era más bien rechoncha, lo que le hacía parecer más bajo de lo que en realidad medía. La cabeza más bien gorda, sin llegar a la del niño de Gabia. En la boca siempre un amago de sonrisa, como si todo a su alrededor le incitara al cachondeo. Su mirada incisa, escudriñando los alrededores, en busca de una buena presa para hacerla víctima de sus chanzas, que se contaban por miles cada día.

A menudo se acompañaba de Pepe, que no le iba a la zaga. Aunque siempre hacía el papel de comparsa de Carlos, también tenía sus “caídas” que, en algunas ocasiones, no había por qué envidiar a las de Carlos. Pepe tenía un taller de relojería y un arte especial para arreglar aquellos relojes (Roskopf patent, Omega, Longines, etc.) de marcha mecánica, con sus ruedas provistas de rubíes, sus saetas de oro, su corona chapada y la esfera blanca con números negros. Relojes de verdad, de los de antes (cuando aún no se había inventado el cuarzo). Lo que se dice un verdadero artista; eso sí, un poquito duro para arrancarse a trabajar.

Un día de verano, el calor pegajoso cargaba el ambiente lleno de moscas de las muchas que acudían por la “temporá” a Cañizares en busca del dulce de las cañas de azúcar. El aire rezumaba por tal motivo un sabor agridulce que, en ocasiones, resultaba insoportable. Llegó al susodicho taller, en el que casualmente estaba también Carlos, un hombre de un pueblo cercano a Cañizares, que fue a preguntar si su reloj estaba ya compuesto porque hacía más de un año que lo había llevado a arreglar.

De pronto, en un reloj de pared que por lo visto estaba arreglado y daba las horas, sonaron cuatro cuartos y una campanada. Carlos saltó como un resorte y extendió el brazo derecho, realizó un conocido saludo de la época y comenzó a cantar, acompañado de Pepe, que sin ponerse de acuerdo con él, había adoptado la misma postura nacional-sindicalista:

“CON EL RUMOR DE LA FAENA, RITMO FEBRIL DE MI TALLER

FORMÓ EL LATIDO QUE DA VIDA A UNA NACIÓN QUE VUELVE A SER…”

El pobre hombre no sabía qué hacer, si extender el brazo, ponerse firme o salir corriendo.

Cuando terminaron de cantar el himno del trabajo. le explicaron que se había recibido una Orden del Gobierno Civil, con instrucciones concretas de finalizar la faena a las 13 horas en punto, sin que a partir de esa hora pudiera el local estar abierto, ni atender a cliente alguno. Y “déstas y como éstas”, ¿Para qué contaros?

El hombre se resignaría y me figuro que volvió otro día, pero lo que es cierto es que la sangre no llegó al río

Y es que en Cañizares, como siempre, nunca pasa nada.

martes, 10 de marzo de 2009

2.- LA JUDEA



Nos cuenta Frasquito cómo, de joven, conoció a un maestro de escuela, granadino y, a pesar de ello, graciosísimo, jocoso y dicharachero. Este Maestro, con mayúsculas, se enamoró perdidamente de Cañizares. Contaba anécdotas de esta bendita tierra y no paraba. A manera de introducción relata su llegada a Cañizares preguntando a un arriero dónde vivía un cura de aquella época, don Antonio se llamada el párroco. El guía asnal le dijo: “Coja usted este camino tó p’adelante sin parar. Se encontrará una iglesia con un Cristo de piedra en la puerta, no le haga caso al Cristo ni a la madre que lo parió, siga andando y llegará a un callejón a la derecha, pues bien la primera casa a la izquierda, esa es” y siguió con su burro echándole maldiciones y tachándolo de vago indecente, comparándolo con zaherimiento a los políticos del momento.


Frasquito no podía aguantar más la risa. Le dolían los ijares de tanto carcajeo. Y nuestro querido maestro, cogió de nuevo las riendas narrativas y le contó la odisea que da titulo a este trabajo.


Era costumbre en el pueblo, cada Semana Santa, representar la pasión de Cristo, interpretada por los mozos del lugar, eso sí “a su manera”. En las escalinatas de la Iglesia Mayor se ponían los artistas y en la plaza los espectadores. Era un verdadero milagro divino que la cosa no terminara a palos.


Primero salía Jesús, rezando en el huerto de Getsemaní, con sus toscas manos llenas de callos arqueadas intentando apretar una contra otra, con la cara muy seria mirando a diestro y siniestro para ver lo que tenía que hacer a continuación, pues esta gran Compañía estaba dotada hasta de un Regidor, o Maestro de Ceremonias.

Hacia la derecha se colocaba San Pedro, con una luenga barba, que habían moteado de albayalde para darle un toque canoso.


Comienza la acción. A lo lejos se oye un ruido como de pisadas acompasadas, militares. Aparece un grupo de soldados romanos, al frente de los cuales viene un mocetón alto y fornido, con más entorchados que el resto, lo que nos hace presumir que es el mandamás. Luego nos enteramos que era el Centurión romano.

Llegados frente a Jesucristo dice el mandamás, que no es otro que Pepico "el cojo”:


¿Eres tu Jesús "el Campanero"?


—Sí, yo soy, ¿qué coño quieres?


—Pues nosotros semos un “cinturón” y 25 sordaos que venemos a prendete y a crucificate.


—¿A mí?, ¿a mí? (elevando la voz) ¡No hay coones!


Aquí interviene Pedro, con una espada de madera (afortunadamente), y tirando de la manga de la túnica del Maestro le dice, todo nervioso:


—Maestro, ¿les atizo?


—¡Tente, Pedro, tente!


Y continúa la discusión con el Centurión romano, llegando incluso a ofenderse mutuamente, sacando a colación cuestiones personales muy delicadas. El romano intenta razonar con Jesús, pero éste no es otro que Paquillo “el cabezón” y os podéis imaginar que llegar a un acuerdo con él era una tarea de micos.


Pedro insistía, apretando el brazo de Jesús:


—¿Les atizo, Maestro?


—Pedro, ¡esfarátalos!


El romano pegó un tirón de las barbas de San Pedro, dejando al descubierto el rostro original, que no era otro que el de Juanico “el bizco”.


Se forma un guirigay, entre el jolgorio de todo el público. Mientras se encona la trifulca, uno de los soldados es comisionado para llegarse al Cuartel de la Guardia Civil, e informar del evento a la Autoridad.


—Buenos días, mi Comandante. Dice el romano dirigiéndose al Sargento de la Benemérita, que a la sazón ejercía de Comandante de Puesto. Que dice mi Capitán que vaya usted a la plaza, porque se están dando de hostias.


—¿Y quién es tu Capitán, muchacho?


—El Capitán de los romanos —dice el mandadero.


—No te doy un zopapo porque te voy a desarmar y luego resultaría imposible recomponerte. Quítate de mi vista inmediatamente. Para cualquier hijo de madre estas palabras del Sargento, con esa cara que parecía esculpida en granito, con un mostacho más grande que la Iglesia Mayor y su tricornio de los de verdad, de los de tres cuernos, como está mandado. A cualquiera se le hubiera helado la sangre en las venas, pero el mandaero que tenía menos seso que un mosquito (por algo su mote era el de “letrao”) en su inconsciencia siguió insistiendo ante el del mostacho. Éste armado de paciencia respiró hondo, cogió del brazo al “letrao” y le dijo de esta guisa:

—Mira, muchacho, ve en busca de tu Capitán y dile de mi parte que dejen de pelear y se jueguen el asunto al “rentoy” en la taberna de Antonio Martín, a tres juegos y el que gane dos ese será al campeón. Todo ello regado con buen vino, podrá tener un final feliz. Así que ¡andando que es gerundio!


Y así lo hicieron. Aquello fue el disloque; entre envíos y revíos. Vaso va y vaso viene. Juanito, “el tuerto”, fue regañado por no hacer bien las señas. Resulta que había ligado el caballo de oros y no sabia cómo hacerle comprender al jefe la carta que tenía. Fue el disloque. Las voces se oían a más de dos kilómetros de distancia.

Al final terminó la partida, que ganaron los cristianos, como estaba mandado en un pueblo tan católico como Cañizares.


La sangre no llegó al río, y es que en Cañizares, como siempre, nunca pasa nada.