COVID-19
¿Saben ustedes cómo se hace un puchero?. Yo no soy muy
cocinicas pero sé que al “cocido” se le echan sus ingredientes y se pone a
calentar, Cuando se ve que hace borbotones es que está hirviendo. Entonces se
le baja un poco la intensidad del fuego y se deja que cueza lentamente.
Y dirán ¿A qué viene todo esto? Pues simplemente para
intentar explicarles cuál es mi forma de escribir. Vamos, como una carta de
presentación. Voy escribiendo a borbotones (como el cocido, al que nosotros
llamamos puchero).
Empiezo hablando de los políticos y termino invocando el
séptimo mandamiento; comienzo hablando de la lluvia y finalizo tostándome al
sol; inicio viendo un partido de futbol y finiquito acordándome de la familia
del árbitro (como si el árbitro y su familia tuvieran la culpa de algo.
Llegados a este punto, reflexiono y me encuentro la obscuridad, el vacío, la
nada. Y es que la inspiración no viene llovida de cielo, hay que tener ciertas
cualidades para ponerse a escribir; sobre todo para hacerlo medianamente bien.
El coronavirus y sus consecuencias. Desde que hace unos
meses se declaró el estado de “alarma” estamos confinados en casa (algunos en
casa del vecino, o donde les da la gana), mientras nuestros gobiernos y
oposiciones se tiran los trapos sucios a la cabeza. Y, digo yo, ¿no sería más
productivo guardarse la inquina preelectoral para cuando la cuestión se
normalice un poco? Los españolitos de a pie nos estamos sacrificando lo
indecible mientras esta pandilla se regodea a ver quién dice el insulto mas
“insultante”. Es una falta de respeto, no al contrario político, sino a mí que
he votado con toda la fe del mundo, pensando que se iba a hacer un uso positivo
de mi voto. Señores Diputados un poco de vergüenza y un poco de
responsabilidad, que para eso cobran.
Portugal siempre lo hemos tenido como un pueblo de segunda
categoría, y están demostrando que tienen más responsabilidad que nosotros. Que
se puede gobernar sin una exacerbada sumisión a la disciplina de partido. Que,
de vez en cuando, conviene pensar en el pueblo y dejarse de demagogias.
Recuerdo ahora un dicho que hay por mi ciudad: “Señor, yo no te pido nada, pero
ponme a donde haya”.
Soy granadino, de la provincia, y aunque reconozco la falta
de entendimiento de las distintas fuerzas políticas, me ha encantado la postura
de Cuenca, de apoyar los presupuestos. Presupuestos para todos los granadinos.
No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza a algunos, al
oír las hemerotecas. No que dijeron antes y lo que dicen ahora. Hay algunos que
dicen que es que no la tienen; yo digo que sí la tienen, pero sin estrenar. Eso
sí, a la hora de aproba4r la subida del sueldo de los señores diputados, la
UNANIMIDAD es absoluta. Y eso fríe al pueblo. ¿porqué, se pregunta el
españolito de a pie, no se pueden poner de acuerdo en otras cosas, al menos tan
importantes como ésa?
Se respira en España un clima de crispación, que no nos
conduce a nada, al menos a nada bueno; y donde está el epicentro de esa
crispación es el Congreso de los Diputados. Cuando un diputado ofende a otro,
sea del partido que sea, me está ofendiendo a mí, que lo he votado, y que soy
tan respetable como su señoría. Piensen en los demás, tengan un poco de
consideración y respeto, que así me la tendrán a mí.
La culpa de estas deslavazadas elucubraciones la tiene el
Covid-19. Llevaba ya bastante tiempo sin escribir, y hoy me ha dado por tirar
por la “vereda de enmedio”
Ustedes disculpen, otro día estaré más ¿razonable? Un abrazo
virtual para todos.