Lo que me fastidia horrores de este cuento es todo lo que hacen sufrir al pobre lobo. Primero una niña tonta lo incita diciéndole que lleva un pastel y un cacharro de miel. Al lobo se le hace la boca agua, tiene hambre atrasada y la "joia" niña se ceba con el pobre animalito. Luego la abuelita, con ese papel soso y anodino. Nos ponen al lobo como un depredador feroz que se come a la pobre viejecita. !Pero si me lo pintais con un hambre de meses! ¿que quereis que haga el pobre animalito?
A ver. ¿No hubiera sido mucho más lógico y más bucólico que se hubieran sentado la Cape y el Lobo, en el bosque?. Pues claro que sí. Habrían hablado de sus cosas. La niña le hubiera invitado a un trozo de tortilla y, entre bocado y bocado, hubieran hablado de amor, de política, de enfermedades, de la gripe A, o de algunas de las miles de cosas que puedan ser motivo de conversación entre una caperucita (Roja o Encarnada) y un desmayado lobo. Al final se comerían el pastel y se iría cada uno por un lado, cantando "amigos para siempre..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario