Desde que yo era pequeño, años ha, estoy acostumbrado a que, en llegando el mes de noviembre,
primero en la radio y después en la tele, pusieran una representación de Don Juan Tenorio, el de Zorrilla.
Verso fácil, acción trepidante, amores por doquier, intrigas y hasta final feliz (según como se mire).
Algunos estudiosos del mito decían que si en verdad existiese D. Juan éste sería homosexual y de la necesidad de convencer al mundo y a sí mismo de lo contrario, o al menos disimularlo, necesitaba de estas conquistas y, sobre todo, de airearlas para que todos se enterasen de su hombría.
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