Seguidores

jueves, 20 de noviembre de 2008

QUERIDA MARGARITA





QUERIDA MARGARITA:

Qué te voy a decir yo, después de las cosas tan bonitas, de los perfumes que tus compañeros han derramado sobre tu féretro. Después de esa emotiva carta que te escribieron tus hijos y que nos hizo un nudo en la garganta a todos los que la escuchamos, con tu cuerpo aún caliente frente al altar, y derramos nuestras lágrimas como un merecido homenaje a una persona que nunca la vi llorar; yo creo que no sabías sino reír, sembrar alegría y vida a tu alrededor.

Mientras te estamos despidiendo retumban en mis oídos el alegre tintineo de tu risa, de tu plenitud de vida que repartías por doquier.

Los recuerdos se amontonan en mi memoria. Ora en una marcheta vespertina de las que hacíamos en verano, ora subiendo a las más duras montañas. Durante el tiempo que hemos compartido contigo no encontramos ningún momento en que tu estuvieras seria o preocupada. Siempre riendo,. Siempre alegre. Y nos contagiabas.

Tú no te habrás dado cuenta por que José se ha pasado toda tu enfermedad disimulando ante ti, pero con nosotros no era capaz de engañarnos. Se le notaba el sufrimiento, en el rictus de su boca, en el brillo de sus ojos. Nos transmitía su pena y nosotros sufríamos con él haciéndonos partícipes de tanto dolor.

Si miras desde allá arriba verás lo que todos, encabezados por José, tu marido, te queríamos y te seguiremos queriendo.

Algo de nosotros se nos ha ido para siempre.

Que Dios te bendiga.

No hay comentarios: