Seguidores

sábado, 18 de septiembre de 2010

Por primera vez (Continuación de mi escrito: Cuarenta años después)

Verano de 2010. Sudáfrica. Campeonato mundial de fútbol. La roja (ésto, en otros tiempos no sería posible), a lo más que podríamos llegar es a que fuera "encarnada". C omo el título de Caperucita Vs LA CODORNIZ.
Lo más bonito es que en el estadio, tan lejano y a la vez tan cerca que nos lo ponía la TV, vi a un señor del partido socialista con una bandera de España (Dénse cuenta los de derechas que la enseña es de todos los españoles. Hemos aceptado esa bandera a costa de guardar en lo más recóndito de nuestro armario y en los más íntimos de n uestro corazón la bandera Republicana y aceptado la rojigualda, suiempr que sea la constitucional, sin escudos raros y zarandajas de este tipo.
Viene ésto al caso porque pone de manifiesto la grandeza del fútbol, de su fuerza y de la fuerza de su pasión. Lo que no son capac es de unir ni los políticos, ni los predicadores, ni ninguna religión por multudinaria que sea. Lo han conseguido los "Casillas", los "VIllas", los "Iniestas"... y todos y cada uno de los jugadores que han participado.
Reconopzco que, sin ser um tipo futbolero, hay ciertos momentos que me han emocionado.
Y, digo yo:
No es posible que la humanidad buesque puntos de interés común, que aunen a los pueblos por una mejor convivencia en el mundo. Porque haya menos parados, sin que millones de seres se mueran de hambre, que no exista tanta desigualda.
Pero no quiero dar un mitin, quiero, por una vez, sentirme orgulloso de ser español, que si podemmos conseguir ésto en fútbol, podemos intentar superar los reveses que estamos sufriendo, fomentados por nosotros mismos. Fomentados digo, por españolitos de apie y, sobre todo por españolitos de "a caballo"

2 comentarios:

Maruja dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maruja dijo...

Hola Emilio: me ha gustado tu relato y mucho más, el ver que has retornado a escribir en tu glog. Saludos Maruja.